sábado, 19 de enero de 2013

Teletransportación

Hoy visité por primera vez la Bienal de Montevideo "El Gran Sur". Comencé por la sede principal, el hall de la casa central del Banco República.
La bienvenida al recinto me sorprendió,  frente el placer visual del entorno montevideano comenzaba mi recorrido por la bienal desafiándome a interpretar con mi olfato.
"Los olores de la guerra" obra cubana, (isla que amo y por la cual  experimento una gran melancolía) me invita a oler.

"Los olores de la guerra", Reynier Leyva Novo, Cuba.

La obra proponía olfativamente una síntesis aromática de 3 sitios históricos que fueron campos de batalla. La elegante y simple presentación de la obra no dejaba duda de como consumirla, sobre el exhibidor los secantes con las muestras de los perfumes estaban a disposición.

Fragancia José Martí "combate de dos ríos": No se si entraba a mi nariz el fuerte aroma de la carne asada que comí previamente en el mercado del puerto o si el aroma de los dos ríos es el perfume de la piel del soldado que descansa, rendido luego de la enérgica batalla o rendido ya sin vida por darse a la patria. Como fuese que descanse, el aroma es la cobija que le envuelve.

"Tri top" titulo fonéticamente percibido por mí sobre la obra china "Treetop" me remitió al artista recolectando las piezas para hacer su instalación. Usando puntas de varas armó un bosque.

"Treetop", Yang Xinguang, China.

El enorme diminuto bosque como un liquen o parásito que siempre estuvo en el edificio, algo endémico como muchos otros que  conviven con nuestra sociedad y modernización, frente a la nueva magnanimidad del antiguo banco mutó en extremo cual hada imprudente y se dejó ver.

Contagiado de ese desborde provocado por la conjunción de artes, saltó Ricardo Lanzarini de una hojilla al muro. Un dibujo armonioso en sí y con el pabellón coronaba una de las suntuosas puertas.

Un parlante alternativo emanaba una envolvente melodía  La forma de caja de sonido estaba dada por colmenas de abejas carbonizadas y apiladas y de "buffer" una roca. La armonía sonora y nuestro recorrido por la obra parecían interrelacionadas. El dato del origen de las ondas (colmenas en actividad) y la perturbadora visión de esos hogares impuestos pero hogares, carbonizados y sellados con la simpleza y la contundencia de la roca, llevaba mi fascinación a angustia en las velocidades propuestas por Céleste, la artista.

En el mismo espacio están expuestas una serie de imágenes fotográficas tomadas por un artista sudafricano en la Polinesia. La calidad de la imagen la llamaría gloriosa y están acompañadas por un montaje a su altura.

Convivencia de las obras de Céleste Boursier-Mougenot, Francia y Guy Tillim, Sudafrica.

La convivencia de la obra sonora de la francesa Céleste Boursier-Mougenot con las imágenes de largo recorrido del sudafricano Guy Tillim me proporcionaron como espectador un tour por tierras exóticas.

Por lo que termino mi primer jornada en la bienal calificándola de "transportadora", como una metáfora o como la acepción griega de la palabra metáfora: transporte colectivo.


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